Frente a All Boys marcó un gol clave y eso lo llevó a recordar sus inicios, cuando su mamá Marta lo iba a ver en bicicleta a La Agustina en Inferiores.
Todo llega: siempre los pibes sueñan pasar de las inferiores a la primera y marcar un gol importante. Fue el caso de Pino, a quien le decían “Wanchope” por su potencia en nuestra cantera y en Floresta le llegó la chance de convertir ese gol soñado, que le dio a Instituto el pasaje a la próxima instancia.
Esas mañanas en la cancha Osvaldo Ardiles que jamás olvida en La Agustina, en donde cada vez que anotaba, su mamá Marta era la admiradora número uno, gritando a más no poder los goles de su querido hijo. Atrás del alambrado, con esa emoción que solo entiende una madre que ve como su hijo crece y avanza de a poco hacia La Gloria.
El nueve vive del gol, y el canterano esperaba con ansias que la pelota toque la red: “Estoy contento por el gol y la clasificación. Fue un gol muy esperado porque había tenido chances y no las pude convertir”, dice Pino.
De manera agónica y con un festejo que se trasladó al vestuario al conocer el resto de los resultados: “Ahora pude marcar y fue un gol importante para la clasificación. Estoy feliz por eso y que podamos clasificar. Fue un gol muy esperado”, narra Martín.
“Me acuerdo cuando mi mamá iba a verme en bicicleta a La Agustina en Inferiores, son momentos que siempre quedarán em mi corazón. Esos recuerdos los llevo a todos lados”. Martín Pino, el pibe de La Agustina que soñó este momento. Y se volvió realidad.
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